LOS POLITICOS HEMOS de crear la transparencia que hará que los jueces no

tengan tantas dificultades para no equivocarse

 

Filesa

 

PASQUAL MARAGALL

 

Y o estoy con Sala. Y sé que Josep M. Sala, privado de libertad, no perderá

el tiempo. No se siente vencido. No quiere el indulto sino la absolución.

Los que van a prisión convencidos de haber perdido la honorabilidad se

sienten vencidos y purgan una pena doble, física y moral. No es el caso de

Sala.

No entro en la sentencia. Creo que el PSOE, como ha dicho Almunia, tiene que

acatar la sentencia --aun estando disconforme con ella por desigual en

relación con otras-- y pedir excusas a su electorado. Y el PSC, como ha

hecho Serra, también. La suposición acerca de si uno, PSC, paga por el otro,

PSOE, aunque sea verdad que se trata de la financiación del PSOE, no es sino

una más de las malicias de la ideología dominante en Cataluña. Típica. Esa

mezcla de discreción y maniqueísmo: los culpables son siempre otros.

Almunia dijo que eso no sólo no volvería a pasar sino que no estaba pasando

ya desde hace tiempo. Es decir, que no funcionan ya aquellos inventos mal

concebidos para dar legalidad (sin al final conseguirlo, además) a unas

donaciones que de todos modos se hubieran producido y se han producido de

hecho en la práctica política española, como ha señalado hace poco Enrique

Lacalle y hace algo más Miguel Roca. Y que conste que la sinceridad les

honra.

Aportar dinero las empresas a los partidos, en sí, ni ha sido siempre delito

ni está claro que lo vaya a ser y en qué casos y en qué condiciones, en el

futuro. Los que temen por la desigualdad de acceso a los fondos

empresariales tienden a imaginar soluciones públicas, más equitativas. Pero

poco fiables, mal vistas por el público, dicen otros, como los radicales

italianos que devuelven el dinero del Estado en las calles de Roma. Los

políticos debemos crear la transparencia y las prácticas económicas y

morales que harán que los jueces no tengan tantas dificultades para no

equivocarse. Estamos hablando de la financiación ilegal de partidos

políticos y no de delitos peores, como el enriquecimiento personal y la

prevaricación. Aquí nadie se ha metido un duro en el bolsillo. No es como en

el caso Estevill y Roldán. Ni como los casos Macosa, Rosillo, Roma, Torelló,

Mas Blau o Sóller, que por cierto no han terminado en prisión. Sólo el bueno

de Planasdemunt pagó por lo que fuera o por quien fuera. Algunos dijimos

públicamente que ese caso era vergonzoso, por lo único.

Los políticos, en cuanto legisladores, hemos de hacer todavía más: crear las

normas de tal forma que su adecuación a la realidad social permita a los

jueces su aplicación concreta que evite, en lo posible, la subjetividad; con

lo que las situaciones imprevistas y extremas --supuestos que no deben

excluirse porque forman parte esencial del impartir justicia-- deben quedar

limitadas en lo máximo a los criterios interpretativos que las mismas normas

prevén. Lo digo porque, aunque a distancia, he leído un artículo de un

jurista ponderado que explica que los hechos relatados en el caso Filesa

producen una horrorosa impresión de falta de respeto a las normas y que es

tan extremo y nuevo el caso que se juzga, que incluso si la sentencia no es

correcta, y aparentemente puede no serlo, según dice el autor, hay que ser

condescendientes con los jueces.

Este argumento impresiona mucho. Esta es la primera sentencia o casi que

condena en serio lo que aparece como financiación ilegal de partidos

políticos. Sorprende "a posteriori" que no se haya aplicado la misma firmeza

a ninguno de los casos intuidos o conocidos de financiación ilegal en gran

escala: Casinos, Naseiro, Inverbroker, De la Rosa, etc. Pero no debería

sorprender; sí entristecer, pero no sorprender: empezar cuesta.

Lo chocante es que si hay que ser condescendiente con los jueces si se

equivocan en Filesa por demasiado, no se sea durísimo con ellos si se pasan

por poco en los demás. Si lo que se quiere decir es que hay que aplaudir (o

discretamente no criticar) a los que bien o mal se han atrevido por primera

vez con un partido político, de acuerdo.

Pero entonces seamos consecuentes porque si no la hipocresía reinará sin

freno: digamos todos que somos "solidarios" con los primeros que han tenido

que pasar por la prueba durísima de la privación de libertad durísima, aún

si no tanto como se imaginan los que no pueden entender que Sala esté

tranquilo, que no se sienta íntimamente condenado sino víctima de una

debilidad ante el fraude que por algún lado tenía que romperse, y que se

rompe, claro, por el menos fraudulento (si es que finalmente lo es el caso

de Sala), por donde es más fácil. Hay que pedir a Pujol y Roca, a Aznar y

Fernández Díaz, que no sólo expresen su simpatía personal por Sala y por

Navarro y su malestar personal por lo que le sucede, sino que expresen su

solidaridad con él, cosa muy distinta. Sala y Navarro van a prisión también

por ellos. Más le conviene a todos agradecérselo que dejar crecer la víbora

del resentimiento que sin duda está ya ahí cargada de razón. El cántaro se

ha roto por ahí de tanto llevarlo a la fuente "todos".

El indulto que Aznar está pensando lo interpreto en estos términos, y si es

así le aconsejaría a Sala que lo aceptase.

 

 

Copyright La Vanguardia 1997

 

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