EL ARTICULO DEL DIA

Josep Maria Sala

Ingeniero industrial. Militante del PSC.

 

Catalunya necesita un revulsivo

El exsenador socialista reclama desde la cárcel de

Can Brians mayor protagonismo a Maragall y Nadal para

impulsar un cambio profundo en el discurso y en los

protagonistas de la política catalana

 

Tengo ahora bastante tiempo para pensar y me he decidido a

escribir unas breves notas fruto de esa reflexión. Una

reflexión que se inicia constatando el escaso interés que

despierta la política catalana. Ni el debate de orientación

política general del Consell Executiu, ni la aprobación de los

presupuestos merecen el interés que deberían. Parece que en el

año 1997 sólo ha despuntado la elaboración de la ley de

política lingüística, y probablemente este es el único tema en

el que nos hubiera convenido ahorrarnos el interés.

 

Es curioso comprobar que tampoco la acción de gobierno del

Consell Executiu de la Generalitat, gestionando las

competencias y servicios que más relación tienen con el

bienestar de los ciudadanos y ciudadanas de nuestro país

(salud, educación, servicios sociales, infraestructuras,

cultura, deporte) parece ocupar un lugar relevante en la

discusión pública.

 

Qué razones pueden estar detrás del escaso interés despertado

por la política catalana? Por qué los debates celebrados en

el Parlament de Catalunya no suscitan la curiosidad ciudadana?

 

No cabe discusión alguna sobre el hecho de que los gobiernos

suelen tener alergia al Parlamento. Les parece que la

discusión parlamentaria es un engorroso trámite que hay que

tratar de minimizar. Prefieren el protagonismo que

proporcionan las ruedas de prensa en las que dan cuenta de sus

decisiones, y las inauguraciones de grandes y no tan grandes

obras públicas. Algunos se empeñan incluso en inaugurar varias

veces la misma cosa. O en inaugurar obras inacabadas.

 

La oposición tampoco acierta siempre al elegir los temas sobre

los que ejerce su labor de control y crítica, aun siendo

meritoria la dedicación de muchos diputados cuya tarea no es

suficientemente conocida. Los propios medios de comunicación

tienden a magnificar anécdotas y a primar el ruido sobre las

nueces, siempre buscando el titular de impacto o dando más

audiencia a quien más grita.

 

Es obvio también que discursos repetitivos y monocordes causan

hastío, como cansa también a veces la permanencia en el

escenario de los mismos actores. A los catalanistas debiera

preocuparnos mucho el hecho de que la política española sea

seguida con mayor interés que la que se desarrolla en el marco

catalán. De hecho, el propio Jordi Pujol adquiere más

protagonismo y relevancia en función de que sus 16 votos en el

Congreso son los que sostienen al Gobierno de José María

Aznar, que por su propio peso específico en la política

catalana.

 

A los catalanistas debiera preocuparnos también que las

elecciones que registran un mayor nivel de abstención sean

precisamente las elecciones al Parlament de Catalunya. La

política catalana necesita, pues, un revulsivo. Un cambio de

escenario, un cambio de discurso, un cambio de protagonistas.

El relevo en Convergència no parece próximo a pesar de un

desgaste evidente. Pujol afirma sentirse con fuerzas y

desplaza a su delfín natural, celoso quizá del protagonismo

que iba adquiriendo. Se queda así solo, sin sucesor.

Convergència, a pesar de mostrarse a veces incómoda, parece

convencida de que su permanencia en el poder debe seguir

dependiendo de los votos del PP de Catalunya a cambio de su

apoyo al Gobierno de la derecha española.

 

En estas circunstancias, parece lógico que el revulsivo venga

de la mano de una alternativa progresista. Una alternativa

que, por mandato de los ciudadanos, debe encabezar el PSC. Es

la alternativa que estamos preparando desde el partido,

dirigidos por Narcís Serra, y desde el grupo parlamentario

presidido por Joaquim Nadal. Una alternativa que debe tener

perfiles programáticos claros y atractivos, como los que se

están esbozando en el plan estratégico que estamos elaborando

en contacto con sectores progresistas, o los que están

contenidos en el Libro Blanco de la Cultura, coordinado por

Ferran Mascarell. Una alternativa que debe ser capaz de

movilizar y de ilusionar a una amplia mayoría de progreso,

formada por quienes no se resignan al "anar fent", quienes creen

que Catalunya está por debajo de sus posibilidades, quienes

quieren ofrecer un futuro mejor para sus hijos.

 

Un futuro mejor que implique más y mejor empleo, menos

desigualdades sociales, menos desequilibrios territoriales,

frenar el deterioro medioambiental, mejorar la calidad de

nuestra democracia, hacer de Catalunya la punta de lanza de

España en Europa, mayor poder para la Administración local,

respetar e impulsar el pluralismo y la diversidad de nuestra

sociedad, mayor participación ciudadana, mayores oportunidades

para las mujeres y los jóvenes, mayor respeto para nuestros

mayores. Debemos ser capaces de generar una dinámica de

cambio, desde abajo a arriba. Desde los municipios y comarcas,

desde los centros de trabajo y los institutos, con los

sindicatos. Desde entidades y asociaciones, desde el

voluntariado. Esa ilusión debe implicar a muchos en el diseño

del futuro, sólo así se desarrollará sano y fuerte el proceso

de cambio.

 

Ese será el revulsivo que la política catalana necesita. Y un

proceso de esa naturaleza no se improvisa fácilmente. Debe

partir de lo que ya existe y funciona. Del PSC, con sus

militantes y sus cuadros, con sus organizaciones, con sus

cargos electos, con su amplia experiencia de gobierno

municipal, con su implantación territorial y sectorial, con su

vinculación estrecha con el movimiento sindical. Y ese proceso

debe ser capaz de abrirse a otros sectores políticos y

sociales, huyendo de las sopas de letras y de manipulaciones e

instrumentalizaciones. Y un proceso así, hacia la

configuración de una mayoría política y social, debe tener un

liderazgo claro. Que tampoco se improvisa. Todo está a punto.

Es el momento, Pasqual y Quim, del revulsivo.

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Copyright © 1997 Ediciones Primera Plana S.A. Grupo Z

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